Saturday, November 1, 2025

La hipergrafía regresa – EpidemioLogical


Hace casi 30 años, estaba estudiando en casa cuando, de repente, sentí una extraña sensación. Tomé un cuaderno y una pluma y comencé a escribir y escribir. Continué escribiendo hasta muy tarde esa noche. No dormí bien y seguí escribiendo por la mañana.

Durante el siguiente día, abandoné muchas de las actividades cotidianas para seguir escribiendo. Llené un cuaderno y comencé el otro. Pero no los llené con cualquier cosa. Escribí historias cortas y largas. Tomé notas de mis libros de texto. Escribí planes para mi futuro. El punto period escribir.

Un diagnostico inesperado

Cuando noté que no podía dejar de escribir, decidí acudir a la clínica de la universidad para una consulta médica. La enfermera de turno me examinó y llamó al médico. El médico me examinó y me recomendó acudir a la sala de emergencias de un hospital cercano a la universidad.

En la sala de emergencias, el médico pensó que yo estaba bajo la influencia de algún medicamento o sustancia. Me preguntó qué había tomado y creo que no me creyó cuando le dije que estaba sobrio. Así que le llamó a un psiquiatra para que me examinara, pero estaba yo tan exhausto que me quedé dormido en la camilla.

Desperté un tiempo después y vi que el psiquiatra leía lo que yo había escrito en uno de mis cuadernos. Me pregunto cuánto tiempo me tomó escribir esa historia. Le dije que la había escrito de principio a fin la noche anterior. Después de una conversación sobre mis síntomas, me recomendó hacerme una encefalografía, un estudio de la actividad eléctrica cerebral.

Basándose en ese estudio, el psiquiatra me diagnosticó con hipergrafía secundaria a una epilepsia del lóbulo temporal de mi cerebro. Es decir, el lóbulo temporal estaba activado más de lo ordinary. Y, siendo el lóbulo encargado de la creatividad, mi cerebro me ordenaba serlo. Y esa creatividad se manifestó en la escritura.

Lidiando con un cerebro diferente

Cuando estaba en la preparatoria, noté que me resultaba muy fácil escribir. Y noté que, de vez en cuando, me gustaba escribir. Es decir, me daba placer escribir. Las historias de ficción cortas o los ensayos para mis clases me hacían sentir bien. Creo que esos fueron los primeros indicios de que algo sucedía.

Con el diagnóstico, se me hizo fácil adaptarme a esos momentos en los que escribir period necesario. Tomaba mis libros de texto y escribía notas, lo cual me ayudaba a memorizar los datos para los exámenes. O escribía ensayos para clases que los requerían. Poco a poco, comencé a tomar las riendas de mi cerebro.

Claro, los médicos me recomendaron tomar ácido valproico, un antiepiléptico. Pero noté que la falta de creatividad period muy grande, hasta el punto de que me sentía ineficaz. Me daba una cierta tristeza. Así que consulté con un terapeuta de la universidad y trabajamos juntos para aprovechar al máximo mis habilidades.

Y aquí estoy

Así que aquí estoy, ya casi 30 años después, escribiéndote lo que pasó. Y te lo escribo porque he tenido tres episodios de sensación rara en los que me da vértigo y siento que el mundo se “cierra”.” Es casi como si me desmayara, pero no pierdo el conocimiento. De hecho, son más la ansiedad y el sentirme asustado que el sentirme fuera de management.

Estamos explorando nuevamente si esa actividad excesiva en mi lóbulo temporal ha regresado o si está de alguna forma asociada a lo ocurrido. Y si es así, vamos a ver qué podemos hacer al respecto. Y ya de pasada vamos a revisar el corazón porque el vértigo se viene encima con una baja en los latidos.

Y ahora conoces mi superpoder y por qué se me facilita tanto escribir. Aunque debo confesar que escribir en español sigue sin mejorar… Pero tampoco le he dado mucha práctica. Ya veremos qué pasa.

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